Algunos impresores (los Orga, Sanz, Hermosilla y Santa Cruz, entre otros), numeraron sus sueltas en el orden en el que las publicaron durante sus años de actividad. No parece que ninguno sobrepasara el número de 300. Sanz utilizaba un sistema complejo, con algunos números duplicados, aunque diferenciados por un asterisco. El impreso de Hermosilla El sordo y el montañés, de la colección de Toronto, lleva el número 425, probablemente una errata por 245. Cuando el número del impresor figura sin que nada le preceda (más corriente en el siglo XIX) o en el caso de las desglosadas, se debe tener cuidado para no confundirlo con el número de página.

Los números de serie del impresor figuran en la parte superior izquierda o derecha de la portada, generalmente precedidos por N., No., Num. o Núm (la forma más frecuente es “Num.”). Había un impresor que lo colocaba en el centro; otros pusieron de moda la utilización de números romanos. La práctica de numerar las sueltas fue probablemente introducida por los impresores para controlar la gran cantidad de ejemplares que tenían disponibles.

Hannah Bergman, en su artículo “Calderón en Sevilla” (véase la sección de Bibliografía), más bien sobre la dinastía de impresores Hermosilla, da una pista del número extraordinariamente grande de sueltas que los impresores tenían en stock:

“El negocio familiar fue establecido por Lucas Martín de Hermosilla. Ya en 1676 tenía una librería en la calle de Génova (…) [y] siguió en el negocio casi cuarenta años más. La venta de comedias sueltas bien puede haber constituido el grueso de su negocio; el inventario que se hizo de su librería al morir en 1720 cita en tercer lugar: diez y siete mil quinientas y setenta y una docenas y media de comedias.

No se precisa cuántos títulos representa esta cifra, ni puede afirmarse cuántos ejemplares imprimía de cada comedia; hacia finales del siglo, la tirada típica parece haber sido de 2000 ejemplares (…) El hermano mayor, Joseph de Hermosilla, aparece ya como librero con tienda propia en la calle de Génova en un padrón de 1706 (…) En la división de los bienes de Lucas Martín el caudal de libros para vender se dividió entre todos los herederos, pero le tocó una porción mucho más grande a Joseph que a los otros; ya sabemos que gran parte de este caudal lo constituían comedias sueltas. En el inventario de bienes de Joseph, redactado unos veinte años más tarde, se halla otra vez, encabezando la lista:
Yt, mill seiscientas y ocho docenas y ocho comedias de diferentes títulos, seguido por: Yt, veinte y nueve docenas y media [dichas] encuadernadas y contadas”.

Esta larga cita procede del propio cuaderno de Hannah Bergman e incluye la siguiente observación, que estaba investigando para una publicación más larga sobre este tema:

“No me consta cuál era la relación editorial entre las comedias sueltas y las relaciones de comedias. Joseph Antonio, ‘mercader de libros’, costeó una relación de Las manos blancas no ofenden; su ‘Imprenta castellana y latina’, dos relaciones diferentes de El mayor monstruo los celos. Tal vez aún se descubrirán ediciones de estas comedias con pie de imprenta correspondiente”.

Se han publicado varios estudios sobre impresores y su sistema de numeración y las pistas que dan para la cronología de sus obras. Véanse las entradas de Karl Gregg, Julián Martín Abad y Jaime Moll en la sección de Bibliografía. Hannah Bergman cita en su investigación el número sorprendentemente grande (para nosotros) de sueltas propiedad de un impresor, tal como aparece en los documentos testamentarios del Archivo de Protocolos de Sevilla. Esto subraya, aún más, la necesidad de registrar sus piezas que tenían los impresores.

Para tratar el tema de los números de serie del impresor más detalladamente, véase la entrada en Misceláneas de Don W. Cruickshank.